martes, 5 de diciembre de 2006

Beber para vivir


El mundo que nos rodea sería un paraje yermo sin la presencia del agua. Calificada como fuente de vida y sinónimo de abundancia y prosperidad, las plantas, los animales y los seres humanos se asientan y desarrollan cerca o bajo su protección.
Sin ella, la vida no sería posible. De hecho, más de la mitad de nuestro peso es agua. Pero, ¿cuáles son sus funciones concretas?, ¿qué cantidad diaria es recomendable para gozar de buena salud?, ¿por qué se produce la sed?, ¿cómo influye en nuestro bienestar?¿Por qué necesitamos el agua? Esta sustancia incolora, insípida e inodora permite que el cuerpo se construya tal como es, con todos sus órganos y tejidos. Esto se debe a que las enzimas la precisan para transformar las sustancias que constituyen esos órganos y tejidos. El agua interviene en todos los procesos metabólicos y orgánicos, y en las reacciones químicas que se producen en el organismo. Además, conduce los nutrientes al interior de las células y les proporciona oxígeno. Funciones como hacer la digestión o respirar no se podrían llevar a cabo sin ella. El agua está presente en la sangre, en los jugos gástricos y, por supuesto, en la orinay las heces. Además de las funciones de proporcionar y formar, tiene como misión retirar del organismo las sustancias de desecho. También, el agua es la encargada de regular la temperatura corporal, a través del sudor. Éste, la orina y las heces son las vías por las que el organismo elimina líquidos. Por eso, cuando padecemos una diarrea, tenemos vómitos, sufrimos fiebre o sudamos mucho, el riesgo de deshidratación es más alto y hay que reponer el agua con mayor frecuencia. Por otra parte, junto con el agua que se expulsa también se eliminan sales minerales como sodio, calcio y magnesio que encuentran disueltas en ella.

La sed: un mecanismo de defensa.Cuando nuestras reservas de agua están bajo mínimos, el cuerpo avisa a través de la sed, un mecanismo fiable que nos alerta que la deshidratación está a punto de producirse. La sed es un proceso complejo que surge porque las sales que rodean las células aumentan su concentración por la falta de agua. Entonces, el organismo comienza a tomarla del interior de las propias células para reestablecer su equilibrio.La hormona responsable de la sensación de la sed se llama angiotensina y reside en el cerebro. Además de avisar que debemos beber, nos informa de que esta necesidad ha sido satisfecha.

De dos a tres litros diarios.El organismo precisa un equilibrio hídrico para seguir vivo y sólo podemos proporcionárselo bebiendo agua. En condiciones normales, debemos consumir entre dos y tres litros. Hay que tener en cuenta que beber agua por encima de las demandas del organismo no tiene beneficios extra: el cuerpo eliminará la que le sobra, arrastrando sustancias que sí necesita. Una persona no aguanta sin tomar agua más allá de tres o cuatro días, un periodo que sí puede superar sin probar alimento. En los países desarrollados, el agua corriente y potable es un hecho habitual. En otros lugares, sin embargo, llevarse a los labios un vaso de este líquido resulta casi un lujo.

El agua mineral: una buena alternativa.Cuando el agua del grifo no resulta agradable por su sabor o no es apta para beberse, podemos elegir el agua embotellada, procedente de acuíferos subterráneos y con una concentración variable de sales minerales.Hay varios tipos de aguas minerales. Las bajas en sodio y calcio permiten no agravar problemas de hipertensión o de cálculos renales, respectivamente. Por el contrario, las que son ricas en flúor posibilitan una mejor la salud de la dentadura. El agua que consumimos no sólo sale del grifo y las botellas. Los alimentos que ingerimos contienen este elemento en distintas proporciones. Las mayores concentraciones se encuentran en la fruta y las verduras, en algunas de las cuales llegan a ser del 90%, como es el caso de la sandía. La leche y los pescados también son ricos en agua, mientras que las carnes la contienen cantidades menores. Si nos cuesta beber agua, los zumos naturales y las infusiones pueden ser una ayuda para llegar a las cifras de consumo recomendadas, sin olvidar que nunca deben sustituirla por completo.

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